Oncología Radioterápica Pediátrica: Ponle color al cáncer

¿Recuerdas cuando eras pequeño y te asustaba la oscuridad, pero eras completamente capaz de enfrentarte al mundo si estabas cubierto por tu sábana mágica?

En Medicina en general, y en Oncología en particular, tendemos a perdernos en un sinfin de cifras, estadísticas, ensayos clínicos… dejándonos a menudo en el fondo del saco un arsenal de armas que poco tienen que ver con las más modernas técnicas y fármacos.

Si nos centramos en la Oncología Radioterápica, y, más concretamente, en el ámbito infantil, no solo será importante seleccionar las dosis, esquemas de fraccionamiento, y técnicas óptimas -eso se nos supone evidente-, sino que también es fundamental saber tenderle una mano al niño que le ayude a sortear los obstáculos que la vida le ha impuesto; y, en un intento por crear esa burbuja de seguridad, por maquillar el difícil camino al que se enfrenta, surge la idea de recurrir a la arteterapia.

En nuestra especialidad, a la hora de tratar tumores localizados en el área de cabeza y cuello, es fundamental el empleo de máscaras personales de material termoplástico que permitan al paciente mantener una posición fija durante la administración de tratamiento, asegurando así la localización adecuada del área de irradiación. Esa máscara que para muchos se asocia a una intensa sensación de agobio, puede, por el contrario, servirnos de aliada y convertirse para el pequeño en esa sábana mágica de la que todos nos acordamos. Así, le brindamos al niño un arma de protección tremendamente valiosa. Para ello, se decidió personalizar las máscaras de tratamiento con los motivos favoritos del peque, desde un superhéroe que le otorgue tantos superpoderes como pueda imaginar, hasta una mariposa que lo lleve a sentir la hierba del campo en los pies y a oler las flores en primavera.

Porque el recorrido será el mismo, y no dejará de ser duro, pero será menos arduo al ver la sonrisa que los colores son capaces de pintar en la cara de un niño.

 Algunos casos

– Laura, 9 años.

Diagnosticada de un astrocitoma pilocítico. A su corta edad ya conoce lo que es crecer con la madurez de una adulta y, sin embargo, es capaz de empaparte de su entusiasmo. Me quedo con su abrazo de niña a la altura de la cintura cuando vio su máscara por primera vez.

 

– Darío, 10 años.

Diagnosticado a los 3 años de un astrocitoma pilocítico cerebeloso del que se consiguió una resección completa. Ahora, 7 años después, tratamos una malformación aneurismática de la vena de Galeno. Cuando conocí a este pequeño valiente no se separó de su globo azul y me pidió un copo de nieve. Hecho.

Jose M., 9 años.

Le encanta el cole y está diagnosticado de un ependimoma grado II. Él quiere convertirse en un gato cuando se ponga su máscara de tratamiento, como su peluche favorito. Aquí acerco el detalle más pequeñito de esa máscara en un intento de ayudarle

 

Post escrito por Charo Ching López

2018-08-15T19:11:21+00:00 15 agosto 2018|Post|

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